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Por qué los ahorradores deben dar el salto a la inversión

Según un estudio del Banco de España ese dinero se materializó fundamentalmente en un aumento de los ahorros guardados en depósitos bancarios.
El flujo neto de depósitos en los países de la Unión Económica y Monetaria (UEM) alcanzó un 18% de la renta bruta disponible (RBD) en el primer semestre de 2020 (lo que equivale a unos 325 millones de euros), muy por encima del 13% del mismo período en 2019. Cabe destacar que el aumento de lo acumulado en depósitos fue todavía más pronunciado en España y Francia.

Y es que España es un país de ahorradores conservadores. Además de la preferencia por productos como los depósitos, la inversión res otra de las más escogidas por los españoles, como demuestra el hecho de que a cierre de diciembre de 2020 las familias tenían una riqueza inmobiliaria de 5,6 billones de euros, la cifra más elevada desde el verano de 2011, según el Banco de España. 

En un contexto en el que los tipos de interés se sitúan en mínimos en Europa, una situación que se prevé que continúe siendo así durante un largo periodo de tiempo, por lo que mantener este tipo de estructura de ahorro no va a dar resultados óptimos.
En este escenario, el dinero depositado en los instrumentos más tradicionales, como las cuentas corrientes y los depósitos a plazo fijo apenas dan rentabilidad.

Esto implica, por ejemplo, que, si el ahorrador tiene 100 euros en un vehículo de este tipo, al cabo de un tiempo seguirá con los mismos 100 euros, pero su poder adquisitivo será menor, puesto que podrá comprar menos cosas con esa cantidad de dinero debido a la inflación.

Además de ofrecer una rentabilidad prácticamente nula, el director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, recuerda que este tipo de productos tiene un precio: «Un coste directo relacionado con el mantenimiento de la cuenta corriente, al que se une el coste de la pérdida de valor del capital debido a la inflación que ha irrumpido con fuerza en 2021 gracias a la reactivación económica, provocando una merma para el poder adquisitivo del ahorro con el paso del tiempo». 

Por último, Servetto advierte del coste de oportunidad que suponen estos productos más conservadores, ya que se renuncia a generar retornos a largo plazo vinculado a la revalorización de los mercados financieros. «De hecho, cuanto más aumenta el horizonte temporal, más elevado será el coste de oportunidad asumido, lo que puede tener consecuencias muy importantes en la construcción del patrimonio».

De ahí la necesidad de que los ahorradores den el paso de convertirse en inversores, conociendo las diferentes alternativas disponibles en el mercado y cuál es el vehículo que mejor se adapta al perfil de cada uno en base a su aversión al riesgo, a sus objetivos de inversión y a sus necesidades.

Cómo poner a ‘trabajar’ el dinero 

Como explica el director de Estrategia de Clientes de Banco Sabadell, para empezar a invertir, lo primero es haber logrado construir una base de ahorro.

«Por ello, es importante establecer pautas de ahorro constante que ayuden a disponer de una parte como colchón para imprevistos y poder destinar así otra parte para invertir y obtener rendimiento. Es fundamental reflexionar sobre qué cantidad podemos invertir, durante cuánto tiempo y especialmente qué riesgo se está dispuesto a asumir. Esto, junto con los conocimientos del inversor sobre la materia, ayudará a determinar su perfil como inversor».

Existe una amplia gama de productos que difieren, entre otras cosas, por el tipo de activos en el que invierten. Para los más conservadores, aquellos productos que aporten una garantía total o parcial de la inversión inicial suelen ser los más idóneos para comenzar a tener exposición en los mercados financieros.

Por otra parte, cabe destacar las buenas previsiones económicas y de recuperación de los beneficios empresariales señalan un buen momento para las bolsas, con unas rentabilidades esperadas atractivas.

«La renta variable y las materias primas son activos de inversión que se benefician del actual contexto de recuperación, con una inflación que tiende al alza», sostiene Servetto.

Asimismo, las inversiones telemáticas relacionadas con la sostenibilidad y la digitalización seguirán favorecidas por los cambios sociales derivados de la pandemia.

Una de las opciones que cada vez tiene más popularidad son las megatendencias, ya que la actual crisis sanitaria no ha cambiado muchas de las preferencias de la sociedad que ya se estaban imponiendo.

Es más, las ha acelerado. Acercarse a este mundo es sinónimo de largo plazo, ya que estamos hablando de fuerzas transformadoras que provocan cambios estructurales en la sociedad y en la economía, y esto requiere años, lo que, por otro lado, pone de manifiesto que no es tarde para invertir en ellas.

Pautas básicas para invertir 

A la hora de plantearse una inversión son tres las pautas que se podrían definir como básicas: la paciencia, la constancia y la diversificación.
En el caso de la primera, hay que tener en cuenta que, dependiendo del nivel de riesgo que se esté dispuesto a asumir, se deberá dejar un tiempo para que la inversión madure. «A más riesgo, mayor será el horizonte óptimo de inversión a partir del cual la probabilidad de que se sufra una pérdida se minimiza», indica el experto de Banco Sabadell.

Por su parte, la constancia, «o lo que es lo mismo, las aportaciones periódicas a los fondos o planes», permitirá automatizar las inversiones sin la preocupación de cuál es el momento perfecto de entrada en el mercado.

En el caso de la diversificación existen productos como los fondos de inversión que permiten tener exposición a diferentes activos como acciones, renta fija, materias primas…, diferentes geografías y empresas lo que ayuda a mitigar los riesgos del mercado.
Para Servetto son interesantes por diferentes motivos: «se puede empezar a invertir desde 30 euros, están gestionados por expertos, y su fiscalidad favorable permitirá al inversor moverse entre diferentes fondos vía traspaso, disfrutando así de las inversiones adecuadas en cada momento, sin tributar hasta su venta».

Asimismo, es importante contar con la figura del asesor financiero para que actúe como guía en la toma de decisiones.
El asesor analiza las cosas con cierta distancia, lo que le aporta perspectiva y le ayuda a dar un planteamiento a las decisiones financieras. Además, cuenta con la formación y la experiencia específica para esta tarea.

Con todo, «nadie puede predecir con total exactitud la evolución de los mercados y saber cuánto rendirá una inversión, pero lo cierto es que, en un contexto de tipos de interés bajos, las cuentas corrientes y los depósitos seguirán sin aportar rentabilidad al ahorro», concluye Servetto.

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Fuente: Eleconomista.es

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